Has leído bien.
Si, vuelve a leer el título si quieres.
Que sí que sí, tal y como te lo cuento, morena.
Hace escasas décadas una sóla mujer salvó a Estados Unidos de una oleada de niños mutantes y deformes. Sin pegar tiros ni decir ‘Sayonara Baby’ ( bueno, quizás si lo dijo, igual hablaba japonés en la intimidad, quién sabe). Esta historia no ocurrió ni en una pantalla ni en una página. Fue completamente real. Y lo irónico del asunto es que esta valiente mujer fue odiada, amenazada y presionada por miles de personas para que cambiara precisamente esa decisión que iba a salvar a tantas personas. Al final todo salió bien, los niños mutantes no llegaron, todos le agradecieron enormemente su gran labor y la científica fue condecorada con todos los honores, foto con el presidente de los Estados Unidos de Ámérica incluida. ¿Que cómo lo hizo?

Frances Oldham Kelsey nació en Cobble Hill, Canadá, en 1914 (sigue viva, con 99 añazos). Se matrículo en la Universidad McGill de Montreal, obteniendo el título Bachelor of Science y posterior Master en Farmacología. Tras esta etapa se marchó a sacarse un Doctorado en la Universidad de Chicago, con la anecdótica y por otra parte decisiva circunstancia de que el doctor que la aceptó para tutorearla pensaba, por el nombre Frances, que se trataba de un farmacólogo y no una farmacóloga (teniendo en cuenta el papel de la mujer en la sociedad norteamericana de los años 30, seguramente no la hubieran admitido sabiendo su género)
En 1950 pudo mandar a imprimir las tarjetas en las que ponía ‘Doctora en Medicina por la Universidad de Chicago’, y 10 años más tarde acabaría en la Food and Drug Administration, más conocida como FDA, agencia estatal encargada de regular y supervisar todo tipo de alimentos, productos sanitarios y medicamentos que quieran poner un pie en el mercado estadounidense. Aquí es donde la profesionalidad y personalidad de la doctora Oldham tendrían un papel decisivo para la historia.
Uno de sus primeros trabajos en la FDA fue el de revisar la solicitud para presentar al mercado la Talidomida, un medicamento nuevo indicado para las náuseas matutinas en mujeres embarazadas. Había sido aprobado en más de veinte países europeos y africanos, y se había empezado a comercializar con bastante éxito, así que todo parecía apuntar que la aprobación de la FDA sería un mero trámite. Pero Frances vió algo que le hizo negarse a autorizar el medicamento, ante la incredulidad de todos, y exigió que se presentaran más estudios.

Frances comprobó, revisando los ensayos clínicos, que en algunos animales no había tenido efecto el citado medicamento. Mientras que en algunos se cumplía la deseada función antiemética ( impedir que tengas náuseas y eches la pota), en otros animales no parecía tener ningún efecto. Para cualquier otro farmacólogo este hecho le habría resultado de lo más normal, atribuyéndolo a una baja efectividad del fármaco o cualquier otra circunstancia, pero a la doctora Kelsey no terminó de convencerle esto último, y quiso que se hicieran más estudios para averiguar por qué no había tenido efecto en esos animales, y si podía estar actuando a otros niveles (al final del artículo pongo como anexo la explicación farmacológica, que a los no científico-sanitarios no creo que os interese, y además me estropea la sorpresa)
Como os podéis imaginar, recibió unas presiones brutales para aprobar el medicamento, desde los laboratorios distribuidores hasta los propios supervivores de la FDA. Mientras en Europa y el resto del mundo vendían como rosquillas la Talidomida, que parecía ser realmente efectiva en cuanto a sus indicaciones, los laboratorios estadounidenses tenían stocks enteros en el almacén esperando salir al mercado, perdiendo dinero y tiempo a la espera de que la FDA diera el visto bueno. Pese a las presiones, amenazas e insultos, Frances O.Kelsey confió en su criterio y en su decisión, persistiendo en su negativa a autorizar el medicamento.
Al cabo de unos meses aparecieron en Europa miles de casos de malformaciones graves congénitas en recién nacidos, naciendo sin piernas, brazos y otras deformidades igual de escalofriantes (poned ‘Talidomida’ en Google imágenes y las veréis). Se descubrió que detrás de esos defectos se encontraba la Talidomida, asi que se retiró rápidamente del mercado, siendo demasiado tarde para algunos y convirtiendo a Frances Oldham en una heroína nacional de la noche a la mañana. Fue condecorada con el ‘President’s Award for Distinguished Federal Civilian Service’ (traducido sería algo así como »¡no eres un militar pero te mereces una medalla, pedazo de crack!») máximo galardón honorífico concedido por el gobierno estadounidense a un empleado civil , siendo John F. Kennedy presidente en aquel momento.

el premio de manos de John F. ‘Mr.Carisma’ Kennedy
El caso de Frances y la Talidomida sentó además un precedente muy bueno, y es que a partir de este caso se creó en 1962 una ley que garantizaba que todo medicamento debía garantizar su seguridad y eficacia antes de lanzarse al mercado, con lo que se redujo enormemente el riesgo de que se repitieran estos sucesos y se mejoró la farmacovigilancia de los medicamentos una vez puestos a la venta al público, medidas que todavía hoy persisten y se cumplen.
Así que ya sabéis, funcionarios de la Agencia Española del Medicamento y personas en general que alguna vez os hayáis visto en situaciones en las que tenéis a absolutamente todo el mundo en contra: cuidado porque podéis acabar haciendo historia. No tengáis miedo a plantaros ante las mayorías cuando creáis que estáis haciendo lo correcto.
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Anexo- Explicación farmacológica de los efectos de la Talidomida: Investigando se descubrió que había dos isómeros de la Talidomida, el enantiómero R (que producía el efecto que se buscaba) y la forma S (que producía efectos teratogénicos). En algunos animales, y también en algunas embarazadas, se metabolizó con esta última forma, produciendo la indeseada focomelia (la enfermedad que provocaba ausencia o cortedad de las extremidades). En 2010 en Tokio describieron con más detalle el mecanismo, descubriendo además que la talidomida inhibe la actividad enzimática de la proteína cereblon, importante para el desarrollo de las extremidades en el feto.


Lasciami indovinare….(o lo qué es lo mismo…déjame adivinar….)
La inspiración para este post te vino mientras viajabas lejos en tu máster, no???jijijiji
Algo había leido sobre el tema y te agradezco enormemente que no pusieras ninguna foto morbosa, hay gente que es muy sensible 🙁
Me alegra que emprendas tu propia cruzada, y desde luego me quedo más tranquila sabiendo que en un futuro, espero no muy lejano, estas decisiones estén en manos de alguien como tú! oleeeee!
Mientras llega ese día me quedo con mis hierbitas e infusiones!<3
Chu!
Mujer precavida vale por dos O_O
Ya sabes, sé un farmacéutico precavido para que pueda aprovecharme de ti y preguntarte xD
Saludotes! 😀
Desde luego tenía que tenerlos muy gordos para plantarse tan firmemente ante una de las industrias más poderosas, ella sola y siendo mujer en esa época.